lunes, 21 de noviembre de 2011

Tubarãos y otros amigos

Recién llegados a Recife, nuestros primeros anfitriones fueron Ricardo y Yone, una pareja de pensionados a quienes contactamos por la red couchsurfing y quienes aceptaron darnos hospedaje y mostrarnos la ciudad. Del aeropuerto a la estación del metro hay que atravesar una autopista con tráfico a toda velocidad, de las que definitivamente hay que pasar por la única cebra del único semáforo del sector. La caminata, con preguntas a la gente para orientarnos y todo, nos tomó más de 15 minutos, pero llegamos. La sensación aquí, como en la estación final, que es en el centro de Recife, es que la ciudad es sucia y desordenada. Especialmente los alrededores de la estación son bastante caóticos. A mí me recordó el tráfico de centro de ciudad grande y mediana en Colombia. Pero realmente, más sucio. Como es tierra caliente, los olores de las alcantarillas se lucen en las narices de la gente. Tuvimos nuestra vista de los basureros del río Capibaribe, que es el principal de los que desembocan en la zona costera de la ciudad. Sobre él cruza el puente de Boa Vista, que fue por donde pasamos para ir hacia casa de nuestros anfitriones.



Huele a basurero, pero a lo largo de la calle de la ribera nos tomamos nuestra primera agua de coco (2 reales el coco verde, aunque en algunos puestos venden los pequeños a 1 real), cerca de la casa de la cultura que una vez fue prisión, muy parecida en su estructura al antiguo panóptico nacional, hoy Museo Nacional de Colombia. Después de pasar el puente de Boa Vista, buscar un sitio donde consultar internet y reconocer los primeros puestos de frutas baratas de calle (tres mangos por 2 reales, una patilla de 10 kilos por 2 reales), llegamos a donde Ricardo y Yone. A las 4 p.m. Justo la hora que habíamos dicho que llegaríamos. Aún un poco desconcertados por el cambio de horario, pues Recife tiene una hora corrido el huso horario con respecto al de Salvador, aunque el meridiano es casi el mismo.

Desde el comienzo, nuestros anfritriones fueron super acogedores. Ya comenzamos a charlar de los intercambios de comidas, recetas, del clima en los dos países, de la música, del portugués hablado en Brasil, Yone cantó ya algunas canciones, yo mencioné las que me habían servido para practicar un poquito del idioma antes del viaje. También hablamos del tema más ansiado, especialmente por María José: las playas. Pero Ricardo lanzó una advertencia terrible: Tem que ter cuidado porque o problema de nossas praias é o tubarao. Preguntamos que qué era eso, para asegurarnos que estábamos escuchando bien, y él nos confirmó que hay tiburones y que no es una exageración. En los últimos años, lo normal es que muerdan a una o dos personas al año. En otras explicaciones de los días siguientes, otros amigos nos completaron el panorama: hubo cambios en la organización del litoral de la ciudad. Había un punto del puerto donde los tiburones aprovechaban residuos orgánicos que los humanos dejaban botaban ahí, pero lo quitaron y entonces los tiburones se esparcieron por todo el litoral y llegaron a las playas. Eso fue hace unos 20 años. Sólo se puede uno meter al mar en las partes donde hay barreras de arrecifes que hacen más difícil la entrada al tiburón y ojalá en marea baja. Las playas de Recife y Olinda están llenas de avisos con advertencias de cuidado con los tiburones. A pesar de la tristeza por no podernos meter al mar en todas partes, aprovechamos la situación para tomarnos unas fotos delante de los avisos.

El resto de nuestras aventuras con Ricardo y Yone las registró Ricardo con su cámara y subió las fotos en su blog:

En los días siguientes a los que muestran en su blog, luego de que nos llevaron a Olinda y todo, y se tomaron la foto con Hilton, el dueño del pequeño hotel alternativo donde nos quedamos el resto de las dos semanas recifenses, para asegurarse de que estaríamos bien cuidados, ya nos pusimos a conocer por nuestra cuenta lo que pudimos. Siguen unas fotos en Olinda, la ciudad más antigua de Brasil (1537).





Tienen gigantes, como en las fiestas de Valencia, Cataluña y el sur de Francia. Algunos blocos las sacan al carnaval. En Olinda, algunas casas se han convertido en museos donde los exhiben.


Última foto por hoy: aunque borrosa, fue nuestro primer contacto con la movilización de los negros brasileños. El primer día que tomamos un bus para el centro histórico de Recife, había un trancón. Entonces nos bajamos a ver y nos encontramos con una manifestación por la mejora del sistema de salud en las comunidades negras de Pernambuco, el estado del que Recife es capital. Disculpen la falta de flash en nuestra cámara.


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